sábado, 5 de marzo de 2016

Klimov en Riaño

Por Julio Llamazares, escritor (publicado en La Nueva Crónica el 28.02.2016, http://www.lanuevacronica.com/klimov-en-riano)

Por los años previos a la demolición de Riaño, se estrenó en España una película, ‘Adiós a Matiora’, del ruso Elen Klimov (Masacre, Agonía, Sed bienvenidos), que anticipaba en imágenes lo que acabaría sucediendo con la localidad leonesa y en varias de sus aldeas circundantes. La película de Klimov, basada en una novela de Valentin Rasputin, narraba el final de una aldea rusa, Matiora, condenada como Riaño a desaparecer bajo las aguas de una gran presa hidroeléctrica. Porque Riaño, pese a que en aquel momento se justificara y se apoyara políticamente, incluso con la utilización de la buena fe de los agricultores del sur de León a los que se manipuló con la promesa de unos regadíos que hoy, 29 años después del cierre de la presa, solo alcanzan al seis por cien de lo proyectado, prueba evidente de que no eran su objetivo principal, se hizo para mayor beneficio de Iberdrola, cuyos saltos eléctricos en el Duero necesitaban el caudal constante del Esla, que, como dice el refrán, lleva el agua mientras que aquél recibe la fama. De ahí que la frase que, en un momento dado de la película ‘Adiós a Matiora’, le dice el ingeniero de la presa al responsable gubernamental de las obras, los dos ya medio borrachos ante una botella de vodka en la residencia de éste: «Cuando pasen los años, ¿qué dirán de nosotros?», sirve para Riaño y para todos los holocaustos que en nombre del bien común pero pensando en el interés de las empresas de construcción e hidroeléctricas principalmente se han llevado a cabo en España y más concretamente en León, provincia desdichada donde las haya por sus características geográficas e hidrológicas.

Pues bien, como dijera el italiano Umberto Eco, recientemente fallecido, la memoria es el alma de las personas y, mientras perviva el alma, su recuerdo permanecerá en el tiempo, como permanecerá el de los pueblos y el de los países mientras las generaciones sucesivas quieran conocer su historia. Por eso alegra comprobar, como yo pude hacer en la Casa de León de Madrid hace dos días, que muchachos que no habían nacido cuando Riaño era demolido y que ni siquiera tienen que ver con aquella zona salvo en un caso, se hayan lanzado a rodar un documental sobre la desdichada historia de la comarca riañesa que aporta una nueva mirada de ella, más objetiva y menos sentimental que la de sus protagonistas y más cercana a la de la memoria histórica, ese fenómeno sociocultural que ha trastocado por completo la visión de la guerra civil y la dictadura franquista de la mano de los hijos y los nietos de sus protagonistas y testigos. ‘Mi valle’, que así se titula el documental, que yo recomiendo ver a todos los leoneses, piensen lo que piensen y opinen lo que opinen de la historia de Riaño, empieza a responder a esa pregunta que el ingeniero y el representante del gobierno ruso en Matiora se hacían: ¿Qué dirán de nosotros cuando pase el tiempo?

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