martes, 10 de enero de 2006

Somos leoneses, no castellanos

Por Alicia Valmaseda Merino, Portavoz de ComunidadLeonesa.ES

Carta dirigida a:
“Tribuna de Salamanca” redactorjefe@tribuna.net

León, 10 de Enero de 2006

Señores:

Vemos, con sorpresa y desagrado, que en su edición digital del domingo 8 de Enero, llaman "castellana" a nuestra ciudad de León y sinceramente no comprendemos que pueda darse un desconocimiento tan grande de la realidad, geográfica, histórica y cultural, por parte de un medio como el suyo radicado, para mayor abundamiento, en la leonesa de Salamanca.

Calificar de "castellana" a nuestra ciudad de León resulta cuando menos pintoresco y parece que viene a hacer bueno el dicho de "Quod natura non dat Salmantica non prestat" por lo que les recomendamos den un buen repaso a la bibliografía, comenzando por la enciclopedia Álvarez, cuyo estudio era imprescindible para todos los que hicimos el Ingreso a Bachillerato del Plan del 53 (en pleno régimen franquista) y según la cual el Reino de León o Región Leonesa, formado por las provincias de León, Salamanca y Zamora, siempre se estudió separado de las dos Castillas (Vieja y Nueva).

Si nos remitimos a la actual configuración autonómica (rechazada por amplios sectores leoneses, zamoranos y salmantinos -le remito a las sucesivas manifestaciones, la más numerosa de las cuales fue la del 4 de mayo de 1984, con más de 100.000 personas y a los recientes resultados del BAROCYL, encargado por la propia Junta de Castilla y León), la comunidad autónoma se denomina oficialmente de Castilla Y León y está formada por la Región Leonesa (Zamora, Salamanca y León) y por parte de la región de Castilla la Vieja (no olvidemos que las provincias castellanas viejas de Santander y Logroño se separaron de su región matriz para formar las autonomías separadas de Cantabria y La Rioja).

No conseguimos entender cómo pueden ignorar el hecho de que esta autonomía sea la única de toda España que lleva una "Y" en su nombre y creemos innecesario tener que explicarles que las conjunciones copulativas unen conceptos de la misma entidad lo que significa, en nuestro caso, que la autonomía está formada por dos regiones: León y Castilla.

Los reyes leoneses se proclamaban "Imperator Hispaniae" y los leoneses se rigieron por el Fuero de León (1017) que fue a su vez origen de una serie de Fueros que constituyeron el Corpus Jurídico Legionense (Fueros de Zamora, Toro, Benavente, Salamanca, Ledesma, Alba de Tormes, La Coruña, Cáceres, etc.). En León se constituyeron las primeras Cortes Europeas (1188) y el primer escrito completo en lengua romance leonesa datado en el año 959 se escribió en el leonés Monasterio de Rozuela que se hallaba próximo a Ardón. Y leonés fue nuestro rey Alfonso IX, nacido en la leonesa ciudad de Zamora, y fundador de la primera Universidad española, la leonesa de Salamanca.

Cualquier país europeo se sentiría orgulloso de tener entre sus reinos fundadores a un reino como el leonés que fue el más importante reino peninsular y pionero en la creación de unas instituciones que fueron el embrión de las actuales instituciones democráticas del mundo occidental y cualquier natural de dicha región lo proclamaría con orgullo en lugar de ocultar su condición bajo un nombre ajeno.

Todas estas circunstancias no nos hacen mejores ni peores que los castellanos, los gallegos, los andaluces o los valencianos pero silenciarlas, despreciando así a una de sus regiones históricas, solo conduce al empobrecimiento de España y tratar todos estos hechos (y otros muchos que sería demasiado prolijo enumerar) como castellanos solo contribuye a crear entre los leoneses un sentimiento de frustración y rebeldía puesto que se ensalza a quienes nada tuvieron que ver con ellos y se ignora, incluso negándoles su propio nombre, a los auténticos protagonistas de aquellos hechos. En este sentido prueben Uds. a llamar bordelés a un borgoñón, inglés a un galés o walón a un flamenco y verán qué les responden sin negar por ello su respectiva condición de francés, británico o belga.

En Bruselas se representa durante el verano el "Omegang" (palabra flamenca que significa procesión) un cortejo que conmemora el último viaje a dicha ciudad, en 1555 de Carlos I de España y V de Alemania, junto con su hijo el Príncipe de Asturias, futuro Felipe II, en quien se disponía a abdicar. En dicho cortejo figuran, representados por sus respectivos abanderados a caballo, los reinos que constituían las posesiones del monarca habiendo un abanderado leonés y otro castellano (además por supuesto de otros muchos). Es bastante sintomático que los extranjeros conozcan mejor nuestra realidad que nosotros mismos.

Cuando en todo el País Leonés la sociedad civil se está organizando para defender la cultura, lengua e identidad leonesas, reivindicar la historia, silenciada incomprensiblemente, y la diferenciación estatutaria, desde un periódico de nuestra propia región contribuyen a la ceremonia de la confusión llamándonos "castellanos", algo que ni fuimos, ni somos, ni seremos.

Hubo un tiempo en que Castilla fue un condado dependiente de León pero en ningún momento de la historia León fue Castilla por lo que agradeceremos corrijan la citada información, al tiempo que esperamos que no se vuelva a producir en el futuro un error semejante y que no viene, en modo alguno, a añadir nada positivo al buen nombre de una publicación periódica, ya que, lo único que puede demostrar, por el contrario, es la ignorancia de quien esto firma. Y, sinceramente, mantenerse, de manera empecinada en el error no creo que les aporte ningún beneficio.

Aducir que, en un determinado momento de la historia, ambos reinos tuvieron un mismo rey para justificar el hecho de llamar castellanos a los leoneses conduciría, en buena lógica, a utilizar la misma denominación para los gallegos, asturianos, cántabros, vascos, extremeños, riojanos y andaluces, puesto que todos ellos se encontraban junto con los leoneses y los castellanos dentro de la Corona de Castilla.

Por si todavía queda alguien que no se haya dado cuenta, tenemos que seguir recordando una verdad tan simple como la que sigue: la región de Castilla es una parte más de España (repartida hoy en día entre cinco autonomías diferentes) pero España es mucho más que Castilla.

Reciban un cordial saludo

1 comentario:

  1. Mi apoyo a la postura de los leoneses, porque están haciendo frente a la tergiversación histórica y política llevada a cabo por las instituciones que desde el desarrollo de la Constitución pretenden imponer una España diferente a la que ha sido siempre. De todas formas, conviene precisar algo más respecto a los nombres:

    Llamar Castilla y León a este ente autonómico, parece significar que ahí está TODA Castilla, lo cual es incierto. Sería más acertado Castilla Norte y León.

    No menos sorpresa y desagrado se percibe continuamente en Soria (por ejemplo) cuando se les denomina a sus productos o a sus personas como "castellanoleoneses" ¡somos sorianos, o como mucho castellanos, y quizá medio aragoneses, pero no leoneses!; o de forma un tanto parecida cuando a los de cualquier pueblo de Guadalajara se le cita como "manchego".

    Luego hay que matizar de este artículo que los que aprendimos en la enciclopedia Álvarez, lo hicimos como que Valladolid y Palencia eran de la región de León; las de Castilla la Vieja eran: Santander, Burgos, Logroño, Soria, Segovia y Ávila. Felizmente, entre todas estas provincias, tanto leonesas como castellanas del Norte y del Sur, nadie nos consideramos más que otros; y a veces regiones o comarcas son inter-provinciales o incluso inter-regionales lo cual ayuda incluso a hacer que los límites provinciales sean casi inexistentes más que en el ámbito de pertenencia administrativa, por eso a mí lo que me molesta muchísimo es que se creen fronteras y separaciones donde nunca los ha habido.

    Hasta mediados del pasado siglo, había una división ecclesiástica que era, en los casos que me son cercanos, mucho más lógica en sus diócesis que la división "política" provincial, que por otro lado no tenía más que dos siglos y poco de existencia. Los obispos, por seguir su tendencia a confabularse con el poder político, las borraron y se adaptaron a las divisiones provinciales. Otro craso error.

    Ahora, para reunir inquietudes comunes, tenemos que "inventarnos" otra región más antigua todavía: la Celtiberia, que curiosamente sigue más los límites de las antiguas diócesis que las de las provincias.

    Un saludo desde las tierras donde el Duero nace.



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